Juana la Loca, de Francisco Pradilla

Juana la Loca, Francisco Pradilla, Siglo XIX:

La joven reina centra la composición dominando poderosamente la escena, erguida en pie delante de su sencillo asiento de tijera cubierto por un almohadón. Viste traje de grueso terciopelo negro, ocultos sus cabellos con tocas, como corresponde a su condición de viuda. Con la mirada completamente enajenada, el perfil de su vientre acusa su avanzada gestación de la infanta Catalina de Austria (1507-1578), y muestra en su frágil y menuda mano izquierda las dos alianzas que testimonian su viudedad. Impasible al frío estremecedor del desolado paraje en que se ha detenido la comitiva, apenas sofocado por la improvisada hoguera prendida junto a ella, la soberana vela el féretro de su amado esposo, que había muerto el 25 de septiembre de 1506.

El ataúd está adornado con las armas imperiales y colocado sobre unas simples parihuelas, cuyos asideros muestran el brillo de su desgaste por el uso, flanqueado en su cabecera por dos grandes velones mortuorios, a punto de apagarse por la fuerte ráfaga de viento que sopla en el paraje, levantando en la hoguera una gran humareda. Sentada junto al catafalco, una dueña joven, con un breviario abierto en su regazo, contempla vigilante a la reina con resignada paciencia, mientras un monje de hábito blanco, arrodillado a su lado, con su rostro barbado prácticamente cubierto por la capucha, lee en voz baja una plegaria empuñando un cirio.

A la derecha de la reina, resguardados al calor del fuego y apostados junto al tronco desnudo de un árbol, los miembros de su Corte que la acompañan en tan fúnebre travesía descansan de su fatigado camino, reflejándose en sus rostros una mezcla de cansancio, aburrimiento y compasión por el desvarío de su soberana, a la que contemplan con expectación dos cortesanos en pie y otra de las damas, vestida con un lujoso traje brocado. Al fondo puede verse la silueta del monasterio, escenario de la ira de doña Juana al saberlo regentado por monjas, y en el extremo contrario aparece el resto de la comitiva regia, todavía formada, aproximándose al lugar bajo las luces del último atardecer, envuelto en un cielo completamente encapotado.

Museo del Prado.

Enlace de interés: ¿estaba realmente loca o fue una conspiración?

(Mi opinión: se aprovecharon de que el Pisuerga pasa por Valladolid. Utilizaron determinadas actuaciones que no fueron realmente de persona muy equilibrada para desplazarla del trono. ¿Lo hubieran hecho de haber sido hombre? Entiendo que estaba rodeada de gente muy ambiciosa: ni su padre ni su marido -que, según todos los indicios- la quería poco y la respetaba menos- eran personas que quisieran renunciar al poder. Su hijo Carlos simplemente mantuvo la situación porque, además, España ya no era sólo la Península. Si hubiera sido hombre, yo creo que su padre hubiera actuado igual. Y de estar casado, no hubiera sido la primera mujer que hubiera actuado contra su cónyuge, como de hecho lo hizo Felipe el Hermoso con ella).



3 respuestas a “Juana la Loca, de Francisco Pradilla”

  1. […] Juana la Loca de Francisco Pradilla. En el Museo del Prado. […]

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  2. […] nos tienen que sonar: son los padres de Felipe el Hermoso (qué parecido con su bisabuelete), el marido de Juana la Loca y padre de Carlos V y por el que entra en España, entre otras cosas, la famosa Bandera de San […]

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  3. […] En primer lugar, es preciso subrayar que ayer era el aniversario del nacimiento de Felipe II pues nació el 21 de mayo de 1527 en Valladolid (España). En este momento, aún sólo era el heredero, ya que su padre, Carlos I de España y V de Alemania, aún continuaría ejerciendo como tal hasta su abdicación en 1558. Siempre, eso sí, con permiso de Doña Juana, la abuela, apodada la Loca. […]

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